Cuando estás ausente, tu figura se dilata hasta el punto de
llenar el universo. Pasas al estado fluido, que es el de los fantasmas. Cuando
estás presente, tu figura se condensa; alcanzas las concentraciones de los
metales más pesados, del iridio, del mercurio. Muero de ese peso, cuando me cae
en el corazón.
*
Mi muerte, la mía, será de piedra. Conozco las pasarelas,
los puentes giratorios, todas las capas de la Fatalidad. No puedo perderme. La
muerte, para acabar conmigo, tendrá que contar con mi complicidad.
*
No hay amor desgraciado: no se posee sino lo que no se
posee. No hay amor feliz: lo que se posee, ya no se posee.
*
¿A dónde huir? Tú llenas el mundo. No puedo huir más que en
ti.
*
Casandra aullaba sobre las murallas, dedicada al horrible
trabajo de dar a luz al porvenir.
*
No me importa cuál sea el paso en falso que te haga caer
sobre mi cuerpo.
*
Se llega virgen a todos los acontecimientos de la vida.
Tengo miedo de no saber cómo arreglármelas con mi dolor.
*
Ardiendo con más fuegos. Animal cansado, un látigo de llamas
me azota con fuerza las espaldas. He hallado el verdadero sentido de las
metáforas de los poetas. Me despierto cada noche envuelta en el incendio de mi
propia sangre.
*
No caeré. He llegado al centro. Escucho el latido de un
reloj divino a través del delgado tabique carnal de la vida llena de sangre, de
estremecimientos y de jadeos. Estoy cerca del núcleo misterioso de las cosas
así como en la noche nos hallamos, en ocasiones, cerca de un corazón.
*
¿Y tú te vas? ¿Te vas? No, no te vas: yo te retengo. Me
dejas tu alma entre las manos como si fuera un manto.
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