Sentirse tan uno y, al
mismo tiempo, no saber quién, qué se es, dónde está el núcleo de ese uno mismo.
Desprendimiento, falta de interés en Idea. Conciencia de ser diferentes
personas en diferentes circunstancias, entornos. Ese ojo implacable que siempre
sabe, juzga, está viendo. Eso sería yo, pero es un tanto impersonal. Pero es lo
más yo que puedo tocar. Y de todos modos, lo único que importa. Y ese rigor,
esa censura sin piedad está implicando a la vez un interés profundo, total por
lo que es Idea. No creo que sea paradójica esa manera de descubrirme dos por
tres en blanco, sin saber quién soy, o sabiéndolo con una especie de visión
impersonal. Sabiéndome como un cuerpo y una tarea, y poco más. Y tanta cosa por
eso, por tan poco. Y aunque fuera más.
En un papel que escribí
hace tiempo decía, mejor dicho creo, pero más o menos, algo así:
Me cortan pies y manos
me cortan brazos piernas
me cortan la cabeza.
Que me encuentren.
No creo que sea
patológico. Tal vez sea patológico no percibirlo nunca.
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