Escribir
un diario. Es superficial entender el diario íntimo apenas como receptáculo de
los pensamientos privados, secretos, algo así como un confidente sordo, mudo y
analfabeto. Escribiendo el diario no solamente me expreso más abiertamente que
con cualquier persona, sino que me creo a mí misma. El diario es un vehículo
para mi sentido de personalidad. El me presenta como alguien emocional y
espiritualmente independiente. Por lo tanto no se limita a registrar mi vida
cotidiana, mi vida real. Me ofrece, en cambio —en muchos casos— una alternativa
a esa vida.
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