Every phrase and every sentence is an end and a beginning.

Every poem an epitaph.

/ T.S.Eliot /


martes, 30 de diciembre de 2008

- Michel Foucault - El Orden del Discurso -




En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que, quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacia mucho tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio: y en lugar de ser aquél de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible.
Me habría gustado que hubiese detrás de mí (habiendo tomado desde hace tiempo la palabra, repitiendo de antemano todo cuanto voy a decir) una voz que hablase así: 'Hay que continuar, no puedo continuar, hay que decir palabras mientras las haya, hay que decirlas hasta que me encuentren, hasta el momento en que me digan --extraña pena, extraña falta--, hay que continuar, quizás, está ya hecho, quizás ya me han dicho, quizás me han llevado hasta el umbral de mi historia ante la puerta que se abre, ante mi historia': me extrañaría si se abriera así.

- Marguerite Yourcenar -



Esta carta, amiga mía, será muy larga. He leído con frecuencia que las palabras traicionan al pensamiento, pero me parece que las palabras escritas lo traicionan todavía más. Ya sabes lo que queda de un texto después de dos traducciones sucesivas. Y además, no sé cómo arreglármelas. Escribir es una elección perpetua entre mil expresiones de las que ninguna me satisface sin las demás. Yo debería saber, sin embargo, que sólo la música permite la coordinación de acordes. Una carta, incluso la más larga, nos obliga a simplificar lo que no debiera simplificarse: ¡nos expresamos siempre con tan poca claridad cuando tratamos de hacerlo de forma completa! Yo quisiera hacer aquí un esfuerzo, no sólo de sinceridad, sino también de exactitud; estas páginas contendrán muchas tachaduras: ya las contienen. Lo que yo te pido (lo único que puedo aún pedirte) es que no saltes ninguna de estas líneas que me habrán costado tanto. Si es difícil vivir, es aún mucho más penoso explicar nuestra vida.