Every phrase and every sentence is an end and a beginning.

Every poem an epitaph.

/ T.S.Eliot /


lunes, 26 de enero de 2015

- Marguerite Duras - Escribir -


Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará. No tener ningún argumento para el libro, ninguna idea de libro es encontrarse, volver a encontrarse, delante de un libro. Una inmensidad vacía. Un libro posible. Delante de nada. Delante de algo así como una escritura viva y desnuda, como terrible, terrible de superar. Creo que la persona que escribe no tiene idea respecto al libro, que tiene las manos vacías, la cabeza vacía, y que, de esa aventura del libro, sólo conoce la escritura seca y desnuda, sin futuro, sin eco, lejana, con sus reglas de oro, elementales: la ortografía, el sentido.

jueves, 15 de enero de 2015

- Ink -

- Marina Abramovic - Manifesto -


1. La conducta del artista en su vida
Un artista no debe mentirse a sí mismo ni a otros.
Un artista no debe robar ideas de otros artistas.
Un artista no debe comprometerse con el mercado del arte.
Un artista no debe matar a otros seres humanos.
Un artista no debe hacer de sí mismo un ídolo.
Un artista no debe hacer de sí mismo un ídolo.
Un artista no debe hacer de sí mismo un ídolo.

2. La relación del artista con su vida amorosa
Un artista debe evitar enamorarse de otro artista.
Un artista debe evitar enamorarse de otro artista.
Un artista debe evitar enamorarse de otro artista.

3. La relación del artista con lo erótico
Un artista debe desarrollar un punto de vista erótico del mundo.
Un artista debe ser erótico.
Un artista debe ser erótico.
Un artista debe ser erótico.

4. La relación del artista con el dolor
Un artista debe sufrir.
Del sufrimiento viene el mejor trabajo. 
El sufrimiento trae transformación.
A través del sufrimiento un artista transciende su espíritu.
A través del sufrimiento un artista transciende su espíritu.
A través del sufrimiento un artista transciende su espíritu.

5. La relación del artista con la depresión
Un artista no debe estar deprimido.
La depresión es una enfermedad y debe curarse.
La depresión no es productiva para un artista.
La depresión no es productiva para un artista.

6. La relación del artista con el suicidio
El suicidio es un crimen contra la vida.
Un artista no debe cometer suicidio.
Un artista no debe cometer suicidio.
Un artista no debe cometer suicidio.

7. La relación del artista con la inspiración
Un artista debe buscar en lo profundo de sí mismo para encontrar la inspiración.
Cuanto más profundo busque dentro de sí mismo, más universal se vuelve.
El artista es el universo.
El artista es el universo.
El artista es el universo.

8.  La relación del artista con el autocontrol
Un artista no debe tener autocontrol sobre su vida.
Un artista debe tener total autocontrol sobre su trabajo.
Un artista no debe tener autocontrol sobre su vida.
Un artista debe tener total autocontrol sobre su trabajo.

9. La relación del artista con la transparencia
El artista debe dar y recibir al mismo tiempo.
Transparencia significa receptivo.
Transparencia significa dar.
Transparencia significa recibir.
Transparencia significa receptivo.
Transparencia significa dar.
Transparencia significa recibir.

10. La relación del artista con los símbolos
El artista crea sus propios símbolos.
Los símbolos son el lenguaje del arte.
El lenguaje debe traducirse.
Algunas veces es difícil encontrar la clave.
Algunas veces es difícil encontrar la clave.
Algunas veces es difícil encontrar la clave.

11. La relación del artista con el silencio
Un artista debe entender el silencio.
Debe crear el espacio para  que el silencio entre en su obra.
El silencio es una isla en medio de un turbulento océano.
El silencio es una isla en medio de un turbulento océano.

12. La relación del artista con la soledad
Un artista debe conseguir tiempo para tener largos períodos de soledad.
La soledad es extremadamente importante.
Lejos de casa.
Lejos del estudio.
Lejos de la familia.
Lejos de los amigos.
El artista debe pasar largos períodos de  tiempo en las cascadas.
El artista debe pasar largos períodos de tiempo explotando volcanes.
El artista debe pasar largos períodos de tiempo mirando los ríos que corren rápido.
El artista debe pasar largos períodos de tiempo mirando el punto del horizonte donde se encuentran el océano y el cielo.
El artista debe pasar largos periodos de tiempo mirando las estrellas y el cielo nocturno.

13. La conducta del artista en relación con  su trabajo
Un artista debe evitar ir al estudio cada día.
Un artista no debe tratar su horario de trabajo como el empleado de un banco.
Un artista debe explorar la vida y la obra cuando una idea viene de un sueño o durante el día como una visión y llega como una sorpresa.
Un artista no debe repetirse a sí mismo.
Un artista  no debe sobreproducir.
Un artista debe evitar la propia contaminación de su arte.
Un artista debe evitar la propia contaminación de su arte.
Un artista debe evitar la propia contaminación de su arte.

14. Las posesiones del artista
Los monjes budistas aconsejan que es mejor tener 9 posesiones en la vida.
Una muda para el verano.
Una muda para el invierno.
Un par de zapatos.
Un cuenco para pedir comida.
Una mosquitera.
Un libro de oraciones.
Una sombrilla.
Una estera para dormir.
Unas gafas si las necesita.
Un artista debe decidir las posesiones personales mínimas que debe poseer.
Debe tener más y más de menos y menos.
Debe tener más y más de menos y menos.
Debe tener más y más de menos y menos.

15. Lista de amigos del artista
El artista debe tener amigos que eleven su espíritu.
El artista debe tener amigos que eleven su espíritu.
El artista debe tener amigos que eleven su espíritu.

16. Lista de enemigos del artista
Los enemigos son muy importantes.
El Dalai-Lama dice que es fácil tener compasión con los amigos pero es mas difícil tener compasión con los enemigos.
Un artista tiene que aprender a perdonar.
Un artista tiene que aprender a perdonar.
Un artista tiene que aprender a perdonar.

17. Distintos escenarios de muerte
El artista debe ser consciente de su propia mortalidad.
Para el artista, no sólo es importante cómo vive sino también cómo muere.
El artista debe buscar en su obra los símbolos de los distintos escenarios de muerte.
El artista debe morir conscientemente sin miedo.

18. Distintos escenarios de funeral
El artista debe dar instrucciones sobre su funeral para que todo se haga como él quiere.
El funeral es la última obra de arte antes de irse.
El funeral es la última obra de arte antes de irse.
El funeral es la última obra de arte antes de irse.

miércoles, 14 de enero de 2015

- Susan Sontag -


Escribir un diario. Es superficial entender el diario íntimo apenas como receptáculo de los pensamientos privados, secretos, algo así como un confidente sordo, mudo y analfabeto. Escribiendo el diario no solamente me expreso más abiertamente que con cualquier persona, sino que me creo a mí misma. El diario es un vehículo para mi sentido de personalidad. El me presenta como alguien emocional y espiritualmente independiente. Por lo tanto no se limita a registrar mi vida cotidiana, mi vida real. Me ofrece, en cambio —en muchos casos— una alternativa a esa vida.

jueves, 8 de enero de 2015

- Michel Foucault - El Bello Peligro -


Uno siempre escribe, en el fondo, no sólo para escribir el último libro de su obra sino, de una manera muy delirante –y ese delirio, creo, está presente en el gesto más mínimo de la escritura–, para escribir el último libro del mundo. A decir verdad, lo que uno está escribiendo en el momento en que lo escribe, la última frase de la obra que uno culmina, es también la última frase del mundo, de manera que después no haya más nada que decir. Hay una voluntad paroxística de agotar el lenguaje en la menor frase. Esto sin duda está ligado al desequilibrio existente entre el discurso y la lengua. La lengua es aquello con lo cual se puede construer una cantidad absolutamente infinita de frases y de enunciados. El discurso, por el contrario, por largo, por difuso que sea, por flexible, por atmosférico, por protoplasmático, por suspendido a su porvenir que uno pueda imaginarlo, siempre es finito, siempre limitado. Jamás se llegará al fondo de la lengua con un discurso, por largo que se lo pueda imaginar. Esta inagotabilidad de la lengua que siempre mantiene al discurso en suspenso sobre un porvenir que jamás concluirá es realmente otra manera de experimentar la obligación de escribir. Uno escribe para llegar al fondo de la lengua, para llegar por consiguiente al fondo de todo lenguaje posible, para cerrar por fin mediante la plenitude del discurso la infinidad vacía de la lengua. Y támbién esto donde se verá que escribir es muy diferente de hablar. También se escribe para dejar de tener una cara, para ocultarse uno mismo bajo su propia escritura. Se escribe para que la vida que se tiene alrededor, al lado, afuera, lejos de la hoja de papel, esa vida que no es divertida sino aburrida y llena de preocupaciones, que está expuesta a los otros, se absorba en ese pequeño rectángulo de papel que se tiene bajo los ojos y del que uno es dueño. Escribir, en el fondo, es tratar de hacer que se deslice, por los canales misteriosos de la pluma y la escritura, toda la sustancia, no sólo de la existencia, sino del cuerpo, en esas huellas minúscula que se depositan sobre el papel. No ser más , en cuanto a vida, que ese garabato a la vez muerto y charlatán que uno depositó en la hoja blanca, es en eso que se sueña cuando se escribe. Pero uno jamás llega a esa fusión del bullicio de la vida en el bullicio inmóvil de las letras. La vida siempre vuelve a empezar fuera del papel, siempre prolifera, continua, nunca llega a fijarse en ese pequeño rectángulo, nunca el pesado volumen del cuerpo llega a desplegarse en la superficie del papel, nunca se pasa a ese universo de dos dimensiones, a esa línea pura del discurso, nunca se llega a hacerse lo bastante delgado y lo bastante sutil para no ser otra cosa que la linealidad de un texto, y sin embargo es a eso a lo que uno querría llegar. Entonces no se deja de intentar, de reunicia, de confiscarse a uno mismo, de deslizarse en el embudo de la pluma y de la escritura, tarea infinita, tarea a la que uno está consagrado. Uno se sentiría justificado si no existiera más que en ese minúsculo estremecimiento, esa ínfima rascadura que se fija y que es, entra la punta del portaplumas y la superficie blanca de la hoja, el punto, el sitio frágil, el momento inmediatamentedesaparecidodonde se inscribe una marca finalmente fijada, definitivamente establecida, legible solamente por los otros y que ha perdido toda posibilidad de tener conciencia de ella misma. Esa especie de suspensión, de mortificación de sí en el pasaje a los signos, es carácter de obligación. Obligación sin placer, pero después de todo, cuando escapar a una obligación lo entrega a la angustia, cuando infringer la ley lo deja en la mayor inquietude, en el mayor desasosiego, ¿acaso la obligación a esta ley no es la mayor forma de placer? Obedecer a esa obligación de la que no se sabe ni de dónde viene ni cómo se impuso a usted, obedecer a esa ley, sin duda narcisista, que le pesa y lo domina por todos lados, creo que es el placer de escribir.

martes, 6 de enero de 2015

- Julio Cortázar - Rayuela -


¿Por qué tan lejos de los dioses? Quizá por preguntarlo. ¿Y qué? El hombre es el animal que pregunta.  El día en que verdaderamente sepamos preguntar, habrá dialogo. Por ahora las preguntas nos alejan vertiginosamente de las respuestas. ¿Qué epifanía podemos esperar si nos estamos ahogando en la más falsa de las libertades, la dialéctica judeocristiana? Nos hace falta un Novum Organum de verdad, hay que abrir de par en par las ventanas y tirar todo a la calle, pero sobre todo hay que tirar también la ventana, y nosotros con ella. Es la muerte, o salir volando. Hay que hacerlo, de alguna manera hay que hacerlo.

‪- ‎Émile Cioran‬ - Conversaciones -


Yo creo que un libro debe ser realmente una herida, debe trastornar la vida del lector de un modo u otro. Mi idea al escribir es despertar a alguien, azotarle. Puesto que los libros que he escrito han surgido de mis malestares, por no decir de mis sufrimientos, es preciso que en cierto modo transmitan esto al lector. Un libro debe conmoverlo todo, ponerlo todo en cuestión ¿Para qué? Bueno, no me preocupa demasiado la utilidad de lo que escribo, porque no pienso realmente nunca en el lector; escribo para mí, para librarme de mis obsesiones, de mis tensiones, nada más. No escribo proponiéndome fabricar "un libro", para que alguien lo lea. No, escribo para aliviarme. Ahora bien, después, meditando sobre la función de mis libros, es cuando pienso que debieran ser algo así como una herida. Un libro que deja a su lector igual que antes de leerlo es un libro fallido.

domingo, 4 de enero de 2015

- Julio Cortázar -


Siempre seré como un niño para tantas cosas, pero uno de esos niños que desde el comienzo llevan consigo al adulto, de manera que cuando el monstruito llega verdaderamente a adulto ocurre que a su vez éste lleva consigo al niño, y nel mezzo del camin se da una coexistencia pocas veces pacífica de por lo menos dos aperturas al mundo.
Esto puede entenderse metafóricamente pero apunta en todo caso a un temperamento que no ha renunciado a la visión pueril como precio de la visión adulta, y esa yuxtaposición que hace al poeta y quizá al criminal, y también al cronopio y al humorista (cuestión de dosis diferentes, de acentuación aguda o esdrújula, de elecciones: ahora juego, ahora mato) se manifiesta en el sentimiento de no estar del todo en cualquiera de las estructuras, de las telas que arma la vida y en las que somos a la vez araña y mosca.
Mucho de lo que he escrito se ordena bajo el signo de la excentricidad, puesto que entre vivir y escribir nunca admití una clara diferencia; si viviendo alcanzo a disimular una participación parcial en mi circunstancia, en cambio no puedo negarla en lo que escribo puesto que precisamente escribo por no estar o por estar a medias. Escribo por falencia, por descolocación; y como escribo desde un intersticio, estoy siempre invitando a que otros busquen los suyos y miren por ellos el jardín donde los árboles tienen frutos que son, por supuesto, piedras preciosas. El monstruito sigue firme.

- J.G. Ballard - Credo -


Creo el poder de la imaginación para rehacer el mundo, para liberar la verdad que llevamos dentro, para sujetar la noche, para trascender la muerte, para hechizar las autopistas, para congraciarnos con los pájaros, para asegurarnos las confidencias de los locos.
Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en las excitaciones de la playa de vacaciones desierta, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los edificios para estacionamiento de coches, en la poesía de los hoteles abandonados.
Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus imaginaciones, tan cercana a mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con los encantados rieles cromados de los mostradores de los supermercados; en su cálida tolerancia de mis propias perversiones.
Creo en la muerte del futuro, en el agotamiento del tiempo, en nuestra búsqueda de un tiempo nuevo dentro de las sonrisas de las camareras de las autopistas y de los ojos cansados de los controladores del tráfico aéreo en aeropuertos fuera de estación.
Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la demencia de las flores, en la enfermedad reservada para la raza humana por los astronautas de la misión Apolo.
Creo en nada.
Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, el Facteur Cheval, las Torres de Watts, Bocklin, Francis Bacon, y todos los artistas invisibles encerrados en las instituciones psiquiátricas del planeta.
Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en el disparate del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en la intención asesina de la lógica.
Creo en el vuelo, en la belleza del ala, y en la belleza de todo lo que ha volado alguna vez, en la piedra arrojada por un niño pequeño, que lleva la sabiduría de los estadistas y de las parteras.
Creo en la dulzura del bisturí del cirujano, en la ilimitada geometría de la pantalla del cine, en el universo oculto dentro de los supermercados, en la soledad del sol, en la locuacidad de los planetas, en nuestra repetitividad, en la inexistencia del universo y en el aburrimiento del átomo.
Creo en la inexistencia del pasado, en la muerte del futuro, y en las infinitas posibilidades del presente.
Creo en el trastorno de los sentidos: en Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Céline, Swift, Defoc, Carroll, Coleridge, Kafka.
Creo en los próximos cinco minutos.
Creo en la historia de mis pies.
Creo en las jaquecas, el aburrimiento de las tardes, el miedo a los calendarios, la traición de los relojes.
Creo en la angustia, la psicosis y la desesperación.
Creo en las perversiones, en nuestro enamoramiento de árboles, princesas, primeras ministros, gasolineras abandonadas (más bellas que el Taj Mahal), nubes y pájaros.
Creo en la muerte de las emociones y en el triunfo de la imaginación.
Creo en el alcoholismo, en las enfermedades venéreas, en la fiebre y en el agotamiento.
Creo en el dolor.
Creo en la desesperación.
Creo en todos los niños.
Creo en los mapas, los diagramas, los códigos, los juegos de. ajedrez, los rompecabezas, los horarios de vuelos, los letreros indicadores de los aeropuertos.
Creo en todos los pretextos.
Creo en todas las razones.
Creo en todas las alucinaciones.
Creo en todas las rabias.
Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías, evasiones.
Creo en el misterio y la melancolía de una mano, en la bondad de los árboles, en la sabiduría de la Luz.


I believe in the power of the imagination to remake the world, to release the truth within us, to hold back the night, to transcend death, to charm motorways, to ingratiate ourselves with birds, to enlist the confidences of madmen.
I believe in my own obsessions, in the beauty of the car crash, in the peace of the submerged forest, in the excitements of the deserted holiday beach, in the elegance of automobile graveyards, in the mystery of multi-storey car parks, in the poetry of abandoned hotels.
I believe in the beauty of all women, in the treachery of their imaginations, so close to my heart; in the junction of their disenchanted bodies with the enchanted chromium rails of supermarket counters; in their warm tolerance of my perversions.
I believe in the death of tomorrow, in the exhaustion of time, in our search for a new time within the smiles of auto-route waitresses and the tired eyes of air-traffic controllers at out-of-season airports.
I believe in madness, in the truth of the inexplicable, in the common sense of stones, in the lunacy of flowers, in the disease stored up for the human race by the Apollo astronauts.
I believe in nothing.
I believe in Max Ernst, Delvaux, Dali, Titian, Goya, Leonardo, Vermeer, Chirico, Magritte, Redon, Duerer, Tanguy, the Facteur Cheval, the Watts Towers, Boecklin, Francis Bacon, and all the invisible artists within the psychiatric institutions of the planet.
I believe in the impossibility of existence, in the humor of mountains, in the absurdity of electromagnetism, in the farce of geometry, in the cruelty of arithmetic, in the murderous intent of logic.
I believe in flight, in the beauty of the wing, and in the beauty of everything that has ever flown, in the stone thrown by a small child that carries with it the wisdom of statesmen and midwives.
I believe in the gentleness of the surgeon's knife, in the limitless geometry of the cinema screen, in the hidden universe within supermarkets, in the loneliness of the sun, in the garrulousness of planets, in the repetitiveness or ourselves, in the inexistence of the universe and the boredom of the atom.
I believe in the non-existence of the past, in the death of the future, and the infinite possibilities of the present.
I believe in the derangement of the senses: in Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Celine, Swift, Defoe, Carroll, Coleridge, Kafka.
I believe in the next five minutes.
I believe in the history of my feet.
I believe in migraines, the boredom of afternoons, the fear of calendars, the treachery of clocks.
I believe in anxiety, psychosis and despair.
I believe in the perversions, in the infatuations with trees, princesses, prime ministers, derelict filling stations (more beautiful than the Taj Mahal), clouds and birds.
I believe in the death of the emotions and the triumph of the imagination.
I believe in alcoholism, venereal disease, fever and exhaustion.
I believe in pain.
I believe in despair.
believe in all children.
I believe in maps, diagrams, codes, chess-games, puzzles, airline timetables, airport indicator signs. I believe all excuses.
I believe all reasons.
I believe all hallucinations.
I believe all anger.
I believe all mythologies, memories, lies, fantasies, evasions.
I believe in the mystery and melancholy of a hand, in the kindness of trees, in the wisdom of Light.

sábado, 3 de enero de 2015

- The Bernard Pivot Questionnaire -


Votre mot préféré ?
Le mot que vous détestez ?
Votre drogue favorite ?
Le son, le bruit que vous aimez ?
Le son, le bruit que vous détestez ?
Votre juron, gros mot ou blasphème favori ?
Homme ou femme pour illustrer un nouveau billet de banque ?
Le métier que vous n'auriez pas aimé faire ?
La plante, l'arbre ou l'animal dans lequel vous aimeriez être réincarné ?
Si Dieu existe, qu'aimeriez-vous, après votre mort, l'entendre vous dire ?


jueves, 1 de enero de 2015

- Alejandra Pizarnik -


Que este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, que me sea dado ponerme buena y no buscar lo imposible sino la magia y extrañeza de este mundo que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me sea dado el interesarme por este mundo.