I
No más tristeza. No. Terminar. Terminar en la idea de terminar. Creer en el misterio de la realidad. Todas mis palabras encierran el sabor del recuerdo y son conjugadas antes de nacer. ¿La verdad es una? ¿Mi nombre soy yo? ¿Mi mano te ama con sólo tocarte? Un barrilete de nada y mentira que no sabe bajar a tierra. Eso soy. Somos la noche más sola y sin pies. Hablamos el lenguaje de las últimas señales y todo sendero se cierra en laberintos para nadie. Nadie vendrá por nosotros. Nadie abrirá la puerta de la noche. Una cruz de sal para conjurar el miedo. Mientes. Yo construyo mis sueños. Me atan sus puñales de hielo y suben todo fragmento de piel hasta conquistar la magia de un tiempo cerrado. Amar. Temer. Partir. Nunca ser.
II
Un vestido negro y la negra noche. Tu sonrisa no oculta mis fantasmas y decir todo jamás libera los designios del deseo. No hay palabra que conjure la amargura. Si me toco los dedos, quizás sienta. No hay mentira ajena. No hay realidad cerrada. Los ojos son vacíos. No verdes. No claros. Los sonidos del silencio tocan mi puerta. Soy herida de oscuridad, como boca de muerto o versos libres.
III
Una ausencia sin nombre. Yacer sin bandera, sin patria, sin verbo. El lenguaje no exorciza los secretos del vacío ni tiñe mis silencios de otra esperanza verbal. Ser cierto. Ser otro. Noche sin orillas porque ya no vienes. No conjuras la noche. No incendias el día. ¿La transición tiene límites? ¿Puedo contemplar el vértice del tiempo? No creo. Creer no cicatriza las heridas y el amor dibuja sus carencias en el corazón de todo amante. Noche del naufragio. Noche oscura del negro devenir. Si el tiempo me abisma, no quiero tejer el latido de otro cuerpo. Abandonarme o hundirme. Por los ecos de tu nombre. Ecos como alas. Alas sin aire.
IV
Todos los nombres de la noche deletrean mi nombre. Abrazan mi cuerpo. Me abandonan a mi suerte. Te ofrezco la nada que esconden mis palabras y construyes sentidos de vocales cerradas. No puedo. No debo. No intento. Desear otra vida y traicionar el destino de los otros. Nada es personal. Nada sucede sólo en mí. Mi nombre anhela la vida en cada cosa. Ni aquí ni ahora. Siempre. Desato el ocaso de un piedra y sus gestos construyen mi sentido de ser. Todo siente. Todo es permeable a mi pensamiento de pasajera transitoria. La inmanencia será la única heredera de mis manos cerradas. No creo. Elijo creer. Quizás la esperanza no termine conmigo y cada mariposa atesore la vida en sus fragmentos. Ser otro para ser. Construir la fábula del silencio y su voz de metáfora inconclusa. Silencio. Silencio. El devenir de la noche abismó el amor.
V.