Los hechos
de nuestra vida nunca son únicos y no se suceden tampoco de manera unívoca,
como nos gustaría. Múltiples, irreductibles, resuenan infinitamente en la
conciencia, van y vienen de nuestro pasado al porvenir, extendiéndose como un
eco, como los círculos en el agua, intercambiándose siempre.