Cómo no
pensar, después, que de alguna manera la poesía es una palabra que se escucha
con audífonos invisibles apenas el poema comienza a ejercer su encantamiento.
Podemos abstraernos con un cuento o una novela, vivirlos en un plano que es más
suyo que nuestro en el tiempo de lectura, pero el sistema de comunicación se
mantiene ligado al de la vida circundante, la información sigue siendo
información por más estética, elíptica, simbólica que se vuelva. En cambio, el
poema comunica el poema, y no quiere ni puede comunicar otra cosa. Su razón de
nacer y de ser lo vuelve interiorización de una interioridad, exactamente como
los audífonos que eliminan el puente de fuera hacia adentro y viceversa para
crear un estado exclusivamente interno, presencia y vivencia de la música que
parece venir desde lo hondo de la caverna negra.