Every phrase and every sentence is an end and a beginning.

Every poem an epitaph.

/ T.S.Eliot /


viernes, 10 de julio de 2009

- Franz Kafka -


Mis dos manos empezaron a pelearse. Cerraron el libro que yo había estado leyendo y lo echaron a un lado, para que no estorbase. A mí me saludaron protocolarmente y me nombraron árbitro. Y sin más demora empezaron a entrelazar los dedos y a perseguirse al borde de la mesa, ahora hacia la derecha, ahora hacia la izquierda, según cuál de las dos hiciera más fuerza. Yo no les quitaba la vista de encima. Si son mis manos, tengo que juzgar con ecuanimidad, pues de otro modo sería yo mismo quien habría de cargar con el peso de un dictamen erróneo. Pero mi misión no es fácil; en lo oscuro, entre las palmas de las manos, se aplican una serie de trucos que no puedo pasar por alto, por eso aprieto la barbilla contra la mesa, y ahora no se me escapa nada. Durante toda mi vida he privilegiado a mi mano derecha, sin por ello tener nada en contra de la izquierda. Si la izquierda se hubiera quejado alguna vez, yo, que soy condescendiente y justo, de inmediato habría puesto fin al abuso. Pero ella nunca decía nada, se limitaba a colgar de mí, y mientras la derecha, por ejemplo, levantaba mi sombrero, la izquierda tanteaba temerosa mi muslo. Ésa no fue una buena preparación para la lucha que está teniendo lugar ahora. Muñeca izquierda, ¿cuánto tiempo vas a poder resistir los duros embates de la derecha? ¿Cómo van a liberarse tus dedos de muchacha de la presa de los otros cinco? Esto ya no me parece una pelea, sino el fin de mi mano izquierda. Ya está arrinconada en el rincón izquierdo de la mesa, mientras la derecha se menea sin parar de arriba abajo sobre ella, como un émbolo. Si a la vista de esta situación desesperada no me viniese a la mente la idea salvadora de que son mis propias manos las que están luchando, y que puedo separarlas con un leve tirón, poniendo fin así a la pelea y al dolor, si no me viniese a la mente esa idea, la izquierda acabaría arrancada de la muñeca y arrojada fuera de la mesa, y quizás luego la derecha, en el desenfreno de la victoria, saltaría sobre mi rostro atento como el infernal perro de cinco cabezas. En lugar de eso, las dos reposan ahora la una sobre la otra, la derecha acaricia el dorso de la izquierda, y yo, árbitro deshonesto, expreso mi conformidad asintiendo con la cabeza.

3 comentarios:

Preste Juan dijo...

Mi apreciada Virginia:
Una bloguera me ha concedido un premio que para ser aceptado, debe ser compartido con otros blogs admirados. El tuyo está entre ellos. Espero que lo recibas con el cariño con el que lo compartieron conmigo.
Más datos:
http://reinolibredelprestejuan.blogspot.com/2009/07/premio-blog-de-oro.html

V. dijo...

Mi querido Preste Juan:
Es un honor figurar entre tus blogs preferidos. Dejé un comentario en tu página. Mil gracias.
Desde ya, muy merecido el premio.
Todo mi cariño a la distancia.
V.

chuku dijo...

GRACIAS TOTALES