Haz de cuenta que ella era una princesa que vendría, azul por el crepúsculo, haz de cuenta que la infancia era hoy y plateada de juguetes, haz de cuenta que no se había abierto una vena y haz de cuenta que la sangre escarlata no estaba goteando en el silencio blanco y que ella no estaría pálida de muerte, estaba pálida de muerte pero eso hacía de cuenta que lo estaba de verdad, en medio del hacer de cuenta necesitaba decir la verdad de piedra opaca para que contrastara con el hacer de cuenta verde centelleante de ojos que ven, haz de cuenta que ella amaba y era amada, haz de cuenta que no necesitaba morir de nostalgia, haz de cuenta que estaba acostada en la palma transparente de la mano de Dios, haz de cuenta que vivía y no que estaba muriendo pues vivir al final no era más que acercarse cada vez más a la muerte, haz de cuenta que ella no se quedaba de brazos caídos cuando los hilos de oro que hilaba se enredaban y no sabía deshacer el fino hilo frío, haz de cuenta que era lo bastante sabia como para deshacer los nudos de marinero que le ataban las muñecas, haz de cuenta que tenía un cesto de perlas sólo para mirar el color de la luna, haz de cuenta que ella cerraría los ojos y los seres amados surgirían cuando abriera los ojos húmedos de la gratitud más límpida, haz de cuenta que todo lo que tenía no era de hacer-de-cuenta, haz de cuenta que se le había relajado el pecho y la luz dorada la guiaba por el bosque de embalses y tranquilidades, haz de cuenta que ella no era lunar, haz de cuenta que ella no estaba llorando.
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