Every phrase and every sentence is an end and a beginning.

Every poem an epitaph.

/ T.S.Eliot /


miércoles, 25 de agosto de 2010

- Homero Manzi - Hombre -


¿Eres cientos de vidas, o una vida? ¿Una sola infinita y dolorida? ¿Eres dueño del mundo en que transitas o el mundo es una gruta donde habitas? ¿Andas entre flores y el paisaje sin poner el perfume y el celaje? ¿Creaste una deidad omnipotente para que manejara tu presente y tu pasado y lo que nunca ha sido, lo muerto, lo vital, lo presentido? Cruzas frente al espejo de tu espejo y no eres el reflejo de un reflejo. Manejas tardes y también mañanas y ríos y amapolas y ventanas y lágrimas y sombras y canciones y juncos y fatigas y emociones y guerra y paz y prados y ciudades y juventud y ancianidad y edades y libros y banderas y armonías y das luna a la noche y sol al día. Mides los mundos que tú hiciste mundos con teoremas exactos y profundos. Trabajando en tu nada y en tu todo pintas blanca la nieve y negro el lodo. Prescribes lo moral y abres caminos y ponderas valores y destinos. Juzgas para esta vida y otra vida. Ésta fugaz y la de allá dormida, sobre un tiempo sin tiempo --fuego o nube-- y dices que el mal rueda y el bien sube. Corres como un gigante desolado con fuerzas que tú mismo has convocado y de pronto, cortando tu carrera, te blasfemas, te lloras, te veneras, te conviertes en cientos de millones que maldicen o rezan oraciones y te cambias el rostro en cada suerte y vuelves a la vida y a la muerte con una vanidad empecinada hecha de polvo, de ceniza y nada y aguardas rosa de la mano amiga y de la mano sin amor ortiga. Pero sabes que todo está en tu sueño: ortiga y rosa, soledad y leño. Eres trágico así y eres culpable. Si eterno, te defines deleznable. Si santo, buscas torpes tentaciones. Si valiente, te ensucias con pasiones.

Eres trágico así y eres absurdo cuando te vistes con el gesto burdo y abismas en fracaso abominable el bien, de cuya norma eres culpable y cuando hieres con tus propias manos tu propio corazón en tus hermanos y descargas la furia de tus brazos sobre el propio dolor de tus pedazos y destruyes los sueños de ti mismo, lanzando lo que es tuyo hacia el abismo. ¿Cómo puedes herir a la criatura que es una imitación de tu figura? ¿Cómo puedes gozar del cataclismo si está hecho todo en carne de ti mismo? ¿Si el cielo, la perdiz y la cabaña salieron desde el fondo de tu entraña? ¿Si la bestia que pace y los pastores tienen tu amor y tienen tus dolores? Hombre que todo lo soñaste un día, no puedes solazarte en la agonía. Y no puedes mentir que son mil vidas ajenas a tus manos atrevidas. Eres uno, el primero, el que hizo todo. Blanca la nieve blanca y negro el lodo. El que duerme en las hondas sepulturas y despierta después en las criaturas. El creador de sí mismo, el propio dueño. El responsable de su enorme sueño. Deja tu vanidad empecinada hecha de polvo, de ceniza y nada, y vuelve a ser el ángel legendario que hizo la cruz y que labró el rosario. No puedes ver morir con sorda calma las cosas que pariste con el alma. Nada menos que tú, que eres poeta y fuiste tu factor y tu profeta. Nada menos que tú, que de tan noble trajiste hasta tu casa el pez y el roble. Y que hiciste infinita la medida para encoger tu imagen y tu vida. Y que al solo fervor de tu mirada dibujaste los cosmos en la nada. Y que al solo temor de hacerte malo nombraste un juez y le entregaste el palo. ¡Cómo puedes fraguar maldad y muerte si hiciste a Dios para no ser tan fuerte!

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