LA PATRIA
1955
Esta tierra sobre los
ojos,
este paño pegajoso, negro
de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta
distancia.
Te quiero, país tirado
más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país,
lleno de vientos,
de monumentos y
espamentos,
de orgullo sin objeto,
sujeto para asaltos,
escupido curdela
inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas
en la lluvia, salpicando
de babas y estupor
canchas de fútbol y ringsides.
Pobres negros.
Te estás quemando a fuego
lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los
asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas,
señores y cafishos,
diputados, tilingas de
apellido compuesto,
gordas tejiendo en los
zaguanes, maestras normales, curas, escribanos,
centroforwards, livianos,
Fangio solo, tenientes primeros,
coroneles, generales,
marinos, sanidad, carnavales, obispos,
bagualas, chamamés, malambos,
mambos, tangos,
secretarías,
subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y
qué carajo,
si la casita era su
sueño, si lo mataron en
pelea, si usted lo ve, lo
prueba y se lo lleva.
Liquidación forzosa, se
remata hasta lo último.
Te quiero, país tirado a
la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de
basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera
que nos legó Belgrano,
mientras las viejas
lloran en el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo,
lotería del pobre,
y en cada piso hay
alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació
para escucharlos y pelarse las manos.
Pobres negros que juntan
las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven
un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito,
en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en
los puentes, afuera,
en los ranchos que paran
la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas
del silencio del norte,
en las chapas de zinc
donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde
ronda la muerte trajeada de Mentira.
Te quiero, país desnudo
que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en
cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía
nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños,
viveza y elegancia.
Tan triste en lo más
hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa,
tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de
barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir.
Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué
vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los
dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar
triste,
ser argentino es estar
lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser
flojo ahora.
Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo,
folklorista infeliz)
me acuerdo de una
estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer
de puna,
de Tilcara de tarde, de
Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de
un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de
bañados.
Te quiero, país, pañuelo
sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas,
te quiero
sin esperanza y sin
perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y
amargado y de noche.