Every phrase and every sentence is an end and a beginning.

Every poem an epitaph.

/ T.S.Eliot /


viernes, 5 de abril de 2013

- Henry Miller - Primavera Negra -



Uno pasa imperceptiblemente de una escena, de una edad, una vida a otra. De repente, al caminar por una calle, bien sea real o soñada, uno se da cuenta por primera vez de que los años han volado, de que todo esto ha pasado ya para siempre y que sólo permanecerá en el recuerdo; y entonces el recuerdo se mete más adentro con una extraña y absorta brillantez, y uno repasa esas escenas y esos acontecimientos perpetuamente; en sueños y meditaciones, mientras camina por una calle, mientras se acuesta con una mujer, mientras lee un libro, mientras habla con un desconocido. De repente, pero siempre con una extraordinaria exactitud, estos recuerdos se entrometen, surgen como fantasmas, y penetran en cada fibra del propio ser. En lo sucesivo, todo se mueve en niveles cambiantes: nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestras acciones, nuestra vida entera. Un paralelogramo en el que caemos desde una a otra plataforma de nuestro escenario. De aquí en adelante caminamos divididos en millares de fragmentos, como un insecto con cien pies, un ciempiés con movimientos suaves y ondulantes que se embebe en la atmósfera; caminamos con filamentos sensibles que se embeben ávidamente del pasado y del futuro, y todo se derrite en músicas y penas; caminamos contra un mundo unido, afirmando nuestro desacuerdo. Cuando caminamos, todas las cosas se rompen con nosotros en millares de fragmentos iridiscentes. La fragmentación de la madurez. El gran cambio. En la juventud, éramos íntegros y el terror y el dolor del mundo nos penetraron por completo. No había una clara separación entre la alegría y el pesar: se fundían en una sola cosa, al igual que nuestras horas de lucidez se funden con el sueño y el dormir. Nos levantamos por la mañana siendo unos seres, y por la noche, completamente ahogados, bajamos a un mar empuñando las estrellas y la fiebre del día.
Y entonces llega un momento en que, de repente, todo parece de revés. Vivimos en la mente, en ideas, en fragmentos. Y no nos embebemos más en la salvaje y lejana música de las calles: solamente recordamos. Como un monomaníaco, revivimos el drama de la juventud. Como una araña que recoge el hilo repetidamente y lo arroja según algún obsesivo, logarítmico modelo.

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