Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo
astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro
destino no es espan toso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de
hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que
me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el
tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo,
desgraciadamente, es real; yo, desgraciada mente, soy Borges.
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